Sin embargo, cada vez veo más claro que la vida es un camino constante, con pequeñas etapas, pero no hay nada como una “meta”, un oasis de tranquilidad continua, el último nivel. Afortunadamente no existe, porque a los humanos se nos han dado tantas virtudes que sería absurdo limitarlas creando ese tipo de laberintos, de cercos…
A algunos nos gusta demasiado la idea de recorrer la distancia entre los dos puntos de la forma más rápida posible, quizás porque hay un cierto componente de inseguridad que nos aprieta para llegar pronto a la meta, donde creemos que estaremos a salvo, finalmente.
Mientras aprendemos a ver la belleza de ese camino y asumimos que la vida es esa segura inseguridad y constante inestabilidad, no está mal crear estrategias para esos momentos en los que nos parece que no vamos lo suficientemente rápido. De la misma forma que a la vida le da igual si nos gusta caminar o no, porque se ha hecho así a sí misma y somos nosotros quienes debemos asumir las reglas de juego por nuestro propio bien, tampoco le importan nuestras inseguridades o complejos, quizás porque el universo está convencido de que es el único posible y de nuestra capacidad, confiando más en nosotros que nosotros mismos. Puedes creerte o no cualquier pensamiento o teoría, pero no necesitamos la verdad para ser felices, sólo un poco de espíritu práctico y despreocupación. Seamos consumidores responsables, compremos aquello que nos conviene realmente, no lo que nos resulta más cómodo o menos novedoso.
Como os venía contando, en el tránsito, hay veces en las que vemos que, tras dar con firmeza los primeros pasos, estamos capacitados para apretar a correr o para coger un atajo. Puede que seamos muy inteligentes, pero a veces las cosas no nos salen y creemos que la culpa es nuestra, que es lo fácil, cómodo y lo que nos parece más racional, dada la alta concepción que, en el fondo, muchos tenemos de nuestras posibilidades. Si no es el caso, si creemos que somos un desastre, entonces no habrá problema porque no tenemos motivo para esperar nada de nosotros mismos
Hagamos que nuestra mente sea una consumidora responsable, compremos aquello que nos conviene realmente, no lo que nos resulta más cómodo o menos novedoso.
Nuestro abanico sano de superación y evolución está entre el yo que se ha levantado esta mañana y la mejor versión de nosotros mismos. La realidad puede ser dura, pero de nada sirve compararse con algo fuera de ese abanico. ¿lo bueno? las posibilidades de ese abanico SIEMPRE son suficientes
1- ¿Lo estás haciendo mejor que ayer?: “no, porque hoy me he tomado un trozo de tarta y ayer no lo hice, por lo que en mi dieta voy hacia atrás como los cangrejos”. Entiende que no me refiero a eso, no llevemos nada a los extremos. Simplemente, quiero hacer notar que el palo con el que nos deberíamos medirnos es nuestro yo de ayer, el yo que se ha levantado esta mañana y deberíamos llegar a la mejor versión posible de nosotros. Intentar moverse fuera de estos márgenes es un billete a la frustración, porque a ninguna fuerza suprema le interesa los ideales que tu cabeza pueda llegar a imaginarse, muchos de ellos son trampas mentales para condicionar tu genialidad. Yo misma me he pasado toda mi vida intentando alcanzar objetivos que no existían para seguir martirizándome y asegurarme que no salía nunca de mi zona de confort. Cuando nos hacemos más independientes, sobre todo si tenemos capacidades, puede que nos sintamos inseguros, y es normal al caminar por pasajes sin huellas. En estas situaciones aparece un personaje llamado ego, por oposición a la intuición, que ocupa el papel de un padre o una madre torturador (aunque tus padres sean las mejores personas del mundo, como es mi caso) para mantenerte bajo la custodia de algo y alimentar así una sensación de seguridad que, por definición, no existe. Tu objetivo debe ser la superación constante, nada más.
2- ¿Estás haciendo suficiente? No, ya sé que piensas que no, pero …¿qué es hacer suficiente? Centrándome en la comida: si haces dieta, ¿cuándo estarás comiendo suficientemente sano o suficientemente poco? ¿Cuándo no comas? ; si haces deporte, ¿cuándo harás suficiente deporte? ¿Cuándo dejes de dormir para ejercitarte? Lo que quiero hacer notar es que toda actividad tiene unos límites saludables en los que moverse, todo en exceso tiene consecuencias negativas, de la misma forma en la que hacer demasiado de algo implica hacer demasiado poco de otra cosa. En lugar de focalizarte en un solo factor, ten presente que tu vida incluye siempre muchos aspectos, y lo que hace que estemos haciendo suficiente para el objetivo final, que es vivir con alegría (o el que quiera que sea tu objetivo vital) requiere un equilibrio que permita seguir caminando. Centrarse en exceso en una pata de tu mesa, hará que las otras se tambaleen, cargando tu mochila con los lastres de necesidades insatisfechas, que fácilmente pueden acabar canalizándose en forma de alimentación emocional.
3- ¿Necesitas más tiempo? Podría extenderme en este punto tanto o más que en el resto, pero seré gráfica.: si quieres perder veinte kilos de hoy para mañana, no lo harás (excluyendo la opción liposucción). Siento decepcionarte, pero ni haciendo deporte 24 horas seguidas sin comer lo harías. De hecho, no te lo recomiendo siquiera, porque acabarías en el hospital.
4- No seas demasiado duro cuando hay factores que no dependen de ti, pero tampoco los pongas como excusa.: igual que el tiempo del ejemplo anterior, hay factores que no dependen de nosotros, está claro, y es injusto con nosotros mismos castigarnos por ello, porque eso conduce a una desmotivación innecesaria. Somos un perro con una correa atada por el otro extremo a un palo. El largo de la correa depende de ti, pero siempre tiene un máximo, lo que no te priva de cierta libertad de movimiento. Sin embargo esta compasión puede tener otra cara: “si no puedo adelgazar veinte kilos en un día, no sirve de nada que lo intente”, “si mi metabolismo es lento, no sirve de nada que haga dieta”. Bueno, aquí veo dos errores de enfoque: 1) que el factor no dependa de nosotros no significa que el objetivo sea inalcanzable (tardaré más o adelgazaré más lentamente, pero ¿y qué? El problema es compararse con otras personas, tú eres tú y punto) y 2) están extremamente focalizados al objetivo, cuando puedo aprender a comer mejor, a tener hábitos más saludables…
5- ¿Y si la vida es camino (insisto)? : Como hemos apuntado, creer que la vida es camino o que la vida es meta son dos concepciones distintas. Nadie va a venir nunca a decirnos cuál es la buena, así de simple. ¿Decepción? No, oportunidad. Oportunidad de escoger la que nos va a ayudar a ser felices. Pensar que la vida son una serie de metas muchas de ellas inalcanzables puede ayudar a distraernos pensando que no somos suficiente, pero eso sin duda no nos ha hecho felices. Sugiero que nos demos la oportunidad de pensar que la culpa no es nuestra, sino que hemos creído el pensamiento que no nos funciona. Si no podemos cambiar el fundamento último del mundo ni podemos llevarnos a nosotros mismos fuera de las posibilidades de la especie, hay una tercera opción antes de la lamentación eterna: cambiar nuestra forma de pensar. Es mucho más fácil decirlo que hacerlo, lo sé. Yo estoy en ello: ¿te apuntas?.
Si no podemos cambiar el fundamento último del mundo ni podemos llevarnos a nosotros mismos fuera de las posibilidades de la especie, hay una tercera opción antes de la lamentación eterna: cambiar nuestra forma de pensar