Por lo que sea, la religión ordinaria nos desencanta y empezamos a creer en el mundo de los sentidos. Pero si en el presente hay algo del pasado que nos incomoda, ello despierta esa necesidad de intentar "creer en algo" y ahí está la comida: cercana, sin demasiadas preguntas y aparentemente comprensiva.
- No creo en una religión que todo lo que puede hacer por ti es alejarte del presente y robarte tu vida. Comes, te sientes algo mejor y lo atribuyes a la comida. A los cinco minutos vuelves a sentirte mal. Comes. Te sientes mejor... ¿conoces el círculo? ¿qué pasa si resulta que más comida no es la solución sino que es otra fuente de problemas? Una cosa es que comer emocionalmente sea una herramienta útil en momentos determinados. El proceso “estoy mal, un trozo de chocolate no me ayudará pero me lo tomaré porque me hace sentir mejor y después solucionaré lo que sea que pasa” es hasta bueno de vez en cuando. Yo misma lo practico, pero intentando ser consciente de que estoy comiendo emocionalmente y, lo más importante, que eso no me hace mejor o peor persona.
- No creo en una religión que te aísle del resto del mundo (¿o te sientes exactamente igual comiendo solo/a que con gente? Si no lo sabes analiza lo que comes en cada una de esas situaciones).
- No creo en una religión que cree que tiene las respuestas cuando muchas veces tú no le has hecho ninguna pregunta. Parece que la comida se las da de arma universal contra todos los males humanos, y lo cierto es que sólo puede solucionar de raíz uno: el hambre.
- No creo en una religión que te engaña. Vale, quizás aquí el “comismo” no se diferencia de otras religiones, pero ya sabes aquello de “mal de muchos consuelo de tontos”.
- No creo en una religión que no me diga lo fantástica y maravillosa que soy. Es por ello que las empresas de nuestra sociedad actual no serían una buena religión... pero la comida tampoco. Quizás busques refugio en la comida porque crees que no te juzga, pero apuesto a que después de la tercera tarta no hace falta que lo haga la comida, ya lo harás tú.
Quien tiene esa necesidad de comer busca sentirse mejor en el mundo y tener una vida más feliz. La comida sólo aporta una solución temporal y superficial, necesaria a veces, pero muy endeble si sobre ello ha de cimentarse la vida de un ser humano. Lo creas o no, todos somos mucho más que lo que la comida puede ofrecernos, y si algunas personas no hemos sido capaces de verlo es porque nos hemos focalizado en exceso en la comida, buscando seguridad y consuelo, creando una pequeña burbuja de felicidad sin darnos cuenta de que esa burbuja es arrastrada por la corriente.
Mi reto de hoy (¿quieres llevarlo a cabo tú también? ¡adelante!): antes de comer cualquier cosa, intentar identificar por qué como (¿tengo hambre? ¿es simplemente el rato libre que tengo para comer?¿me siento mal? ¿estoy triste?). Sea lo que sea, está bien. Sólo se trata de averiguar cuáles son esas situaciones que nos incitan a comer :)