Por eso voy a ser (un poco) egocéntrica. Sé por qué he querido perder peso durante mucho tiempo. Cuando escuchaba algún seminario o leía algún libro sobre alimentación y emociones, llegué a la conclusión de que mi relación con la comida se torció en un momento determinado. Con quince años, una sola frase tiró por tierra mi autoestima, y el resto es historia.
Desde entonces, he pensado que si perdía peso, si me convertía en una persona "perfecta" iba a tener una pareja. Después del rechazo, demostrarme que podía cambiar y "arreglarme" se había convertido en una especie de leitmotiv.
Pero, ¿sabéis qué? Estoy empezando a pensar que no hay nada que arreglar. He perdonado, pero me he olvidado de lo más importante: pedirme perdón.
Al principio, solía pensar que si una persona no me quería, nadie iba a quererme... a menos que fuese más delgada. Mientras escribo esto me acabo de dar cuenta de que no he conseguido demostrar esa tesis: he sido capaz de verme casi todos los huesos y nada ha cambiado. En lugar de verlo, me seguía diciendo que no era suficiente. Una vez más, la culpa era mía.
Y así fue como el peso dejó de ser una cuestión de honor y orgullo. Porque al empezar a pensar que no merecía amor, empecé a desconfiar del amor de mi familia, mis amigos y el mío propio. En mi cabeza, cuando estuviese delgada y tuviera una pareja que me quisiera, merecería el amor de los demás.
¿Veis el pez que se muerde la cola? Buscaba una especie de príncipe salvador, pero lo cierto es que pasaría de largo de un castillo cerrado a cal y canto con una princesa refunfuñona que no aceptaría salir a cenar con él porque ya se sabe que las comidas en los restaurantes suelen ser más calóricas.
Moraleja: muchas veces somos capaces de ver los motivos por los que queremos perder peso, e incluso los motivos emocionales por los que no perdemos peso, tipo "tuve una experiencia traumática en X momento", "mi padre/madre me abandonó de pequeño", "conducía en un accidente de tráfico", pero nos falta la valentía de ir más allá y ponerle nombre a esa necesidad, como "amor", "aprecio", "reconocimiento", etc.